“Luego después del departo de las tropas francesas, algunos individuos de Mataró y de otras Poblaciones del Corregimiento precisaron al Cavallero Governador de Coupigny a que diese las armas a la plebe, que concistían en unos 150 fusiles existentes en la Casa de la Ciudad; otros individuos de Mataró creieron ser prematuro el armamento y muy arriesgado; porque, siendo Mataró una Ciudad por todas partes habierta, sin fortificaciones ni murallas, con tres caminos reales a la parte de Levante y otros tres a la de Poniente, era facilíssima y casi cierta la invación de un Exército de diez mil hombres de tropa que se hallava tan cerca como lo es Barcelona, solo distante cinco horas (…) Todas estas razones y reflecciones no fueron suficientes para impedir que en el discurso de media hora se resolviese la formación de la Junta de Gobierno, se diesen las armas, se tocase a rebato y se dispusiese el armamento del Castillo de Montgat, que en los primeros días sólo se componía de un corto número de jóvenes de Mataró y algunos somatenes de los Pueblos vezinos, poco disciplinados, desovedientes y malcontentos; y a pesar que algunas personas bien intencionadas hicieron ver lo muy débil de la defensa y el inminente peligro en que se hallava Mataró de una incursión que seguramente tendría fatales resultas, con todo percistieron los demás en su determinación; y a fuersa de movimientos lograron la venida de Somatenes de distintas partes de Cataluña, que juntaron unos dos mil hombres”
(Relat de l’aixecament de Mataró durant els primers dies de juny de 1808. Citat a: Beulas, E.- Dresaire, A.: La Guerra del Francès a Mataró (1808-1814). Mataró, Ed. Alta Fulla, 1989, pp. 245-246)
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